Entre las muchas prácticas esotéricas que despiertan tanto interés, a menudo se oye hablar de la clarividencia como una de las formas más fascinantes de premonición. Es una palabrita que despierta mucha incertidumbre, y trataremos de revelar a qué se refiere. Un vidente, o una persona con el don de la clarividencia, es aquel que puede percibir cosas que van más allá de lo que se puede aprehender a simple vista.
Mucha gente se pregunta si la videncia es un don que se adquiere o si únicamente se tiene desde el nacimiento. Lo cierto es que los verdaderos videntes, los genuinos, tienen el don desde su nacimiento, y con el correr de los años han debido aprender a educar su percepción, pues en general las visiones se aparecen de manera involuntaria.
¿Cómo se experimenta la clarividencia?
Los videntes, al igual que tarotistas y astrólogos, ponen a disposición de la gente su don, pues dedican su tiempo a ayudar a las personas a mejorar su calidad de vida. En una consulta con un vidente, las cosas pueden darse de muchas maneras. Hay algunos que precisan de un entorno especial para realizar sus percepciones, incluso hay otros que trabajan con elementos particulares (como la lectura de la palma de la mano o de la borra del café).
Lo cierto es que, más allá del método que utilicen, los clarividentes son capaces de percibir a través de la energía que emanamos. En una consulta, es muy probable que nos sintamos de alguna manera desnudos y expuestos, pues su don normalmente alcanza niveles que son difíciles de prever.
